«Frutas de hueso» es un nombre común que abarca todas las especies de fruta que tienen en su interior un hueso, como los melocotones o albaricoques. Los frutos maduros normalmente son muy dulces. Las frutas de hueso sirven para comerlas crudas y también pueden ser un complemento culinario.
Estas frutas tienen unas características de especial interés. Entre otras cosas, tenemos una gran variedad de ellas que son ricas en precursores de la vitamina A, carotenoides, y que podemos identificar por su color anaranjado. Algunas de estas especies son los albaricoques, los melocotones o incluso los nísperos.
El albaricoque, también conocido como damasco o albérchigo, es el fruto del albaricoquero, árbol de la familia de las Rosáceas. El albaricoque es un fruto casi redondo, de un color de amarillento a naranja y de un sabor muy agradable, de carne dulce, bastante jugosa.
El melocotón es un fruto de una carne muy jugosa, con una piel aterciopelada y de su sabor dulce con un delicado aroma. Es de gran tamaño, redondo, rodeado de una piel fina vellosa y fácilmente pelable.
El Paraguayo es una fruta variedad del melocotón, procedente de una mutación relativamente actual de éste, que procede de China. Su forma es achatada, aplastada. La piel es lisa, aterciopelada con un color uniforme e intenso que engloba casi toda la gama de rosados o rojos. La pulpas es perfumada y jugosa y su sabor muy dulce.
La nectarina es un derivado del melocotón, con grandes similitudes en cuanto a sabor, color y propiedades, y muy pequeñas diferencias, como la de la piel, que en la nectarina es lisa, fina y brillante, en lugar de la aterciopelada del melocotón.
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